El Maratón; Generoso
con los Prudentes, pero Cruel con los Valientes
El maratón es una de las carreras
de distancia más populares de todo el mundo y se organizan cientos de
competiciones cada año. Pero ¿quién decidió que sería una buena idea competir
en una carrera durante exactamente 42.195 km?
Su origen se encuentra en la
gesta del soldado griego Filípides, quien en el año 490 a. C. murió de fatiga
tras haber corrido unos 40km desde Maratón hasta Atenas para anunciar la
victoria sobre el ejército persa.
En honor a la hazaña de Filípides
se creó una competición con el nombre de "maratón", que fue incluida
en los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna en el año 1896 celebrados en
Atenas e inaugurados por el Barón Pierre de Coubertin.
La preparación para correr un
maratón, exige una gran disciplina a la hora de llevar a cabo los
entrenamientos y sobre todo una grandísima fuerza mental, porque es bien sabido
que muchas veces nuestro cuerpo puede aguantar más que lo que en verdad nos
dice nuestra mente, siempre teniendo en cuenta que no debemos de hacer el loco,
y si en verdad el cuerpo nos da algún aviso importante debemos de hacerle caso
y parar antes de sufrir alguna lesión o incluso un paro cardiaco.
El entrenamiento para el maratón
conlleva dedicarle a cada sesión más de una hora, incluso algunas veces más de
una hora y media (incluyendo el calentamiento y los estiramientos), dejando
aparte la sesión semanal de tirada larga que suele ser como mínimo de 1 hora y
45 minutos.
Este entrenamiento exige ser muy
disciplinado y constante, teniendo en cuenta que tendremos semanas en las que
nuestro progreso se estanque o incluso retroceda. Pero esto no nos debe hacer
tirar la toalla, ya que en todas las disciplinas tendremos días mejores y otros
peores. Cuando llegamos a este punto, debemos saber que nuestro cuerpo nos
exige descanso o incluso descarga de piernas.
Pero no solo nos exige
disciplina, sino que también nos exige mucho espíritu de sacrificio, ya que la
mayoría de los corredores populares (por no decir el 90%), debe de entrenar
después de su trabajo, dejando de atender asuntos familiares. O incluso
llegando a sacrificar horas de nuestro descanso para poder realizar los
entrenamientos en horas donde no se perjudique a la familia.
Y luego tenemos los resultados. ¿Qué
hacemos si el día de la competición no se cumplen nuestros objetivos? En primer
lugar no obsesionarse con la marcar y no querer hacer otra maratón “ya”, y en
segundo lugar, estudiar en que nos hemos equivocado para intentar mejorar en la
siguiente competición. Pero no nos debemos de olvidar que tenemos que dejar al
cuerpo recuperarse (con descanso) antes de iniciar los entrenamientos.
El entrenamiento es largo, duro y
a veces aburrido, sobre todo si corremos solos, por tanto deberemos intentar
entrenar con compañeros.
Y por supuesto debemos tener en
cuenta, que muchas veces los resultados no dependen de nuestros entrenamientos
sino que pueden depender de la climatología, del estado de ánimo del deportista
el día de la competición, del estado de nuestro cuerpo el día “d”, de posibles
lesiones que nos hagamos los últimos días, de no haber dormido bien ese día, de
no hidratarnos bien durante la carrera, etc…, multitud de factores que no
podemos controlar.
Así es el maratón; una prueba
donde no nos perdona si sobrevaloramos nuestras posibilidades pero que a la vez
puede ser muy generosa si somos muy sensatos en la estrategia.
A los que se inician en el
maratón les suele perder la valentía, pero es normal, ya que uno no sabe lo que
es el maratón hasta que corre uno por primera vez, por más que a uno le cuenten
o le digan. Hasta que uno no lo vive en sus propias carnes no sabe lo que en
verdad es el llamado “muro”, la falta de fuerzas cuando uno lleva ya bastantes
kilómetros, etc…
Por tanto a los que se inician (y
recordárselo a los veteranos), tener en cuenta que no hay nada más doloroso y
penoso que equivocarse y pasarse de ritmo, ya que esta competición no perdona y
se ceba con el corredor. Quién lo ha
sufrido lo sabe. Sin saber por qué empiezas a notar que las articulaciones
te duelen, las piernas te comienzan a pesar y se te clavan en cada zancada,
sintiendo dolores que nunca antes habías tenido.
Por otro lado, los prudentes y
conservadores disfrutarán y se emocionarán al cruzar la meta y conseguir sus
objetivos. Es cierto, que generalmente estos corredores suelen ser corredores
experimentados que ya han aprendido de sus errores o que simplemente saben bien
como aplicar la estrategia correcta. Son aquellos que conscientes de sus
posibilidades compiten en el maratón con bastante margen, realizando la primera
mitad de la carrera más lenta que la segunda mitad.
La experiencia te enseña mucho en
el maratón, sobre todo cuando cometes grandes errores, pero el que no aprende
está perdido.
¿Cuál es la estrategia correcta en el maratón?
Lo ideal es ser prudente,
buscando tiempos probables y no ir nunca cerca de tu límite. Por ello hay que
hacer la primera parte algo más lenta que la segunda, con la sensación de ir
rodando.
Si no puedes mejorar en la
segunda parte, es que habías calculado mal tu ritmo y habías sobrevalorado tus
posibilidades.
¿Qué hacer en caso de equivocarse en los ritmos?
Si te das cuenta de tu error en
los primeros kilómetros, aún tienes bastante margen de encauzar la prueba, si
es a partir del kilómetro 25 ya tienes poco que hacer, pero si es después del
35 no tienes nada que hacer.
Lo ideal es reducir el ritmo
durante varios kilómetros para volver a recuperar el ritmo que tenías marcado,
siempre y cuando no te haya dado una pájara o te hayas encontrado con el
“muro”.
¿Cómo saber a qué ritmo debes competir en el maratón?
Antes de competir en el maratón
es necesario adquirir mucha experiencia en el medio maratón. Los tiempos en
esta distancia nos irán sirviendo de referencia de cara al maratón, teniendo en
cuenta que los tiempos en el maratón suelen ser el doble del tiempo de la media
maratón más un 10%.
Un test bueno a realizar, una
semana antes de la competición es el test del 2x6000, que nos servirá para
confirmar o no nuestro tiempo objetivo.
Como siempre os digo, ¡Quién Lucha!¡Vence!
Nos vemos por los caminos.
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